Propiedades y portafolios

¿Se imaginan una organización donde la gestión de los espacios, la conserjería y la seguridad del edificio o la flota de vehículos dependieran del responsable de RRHH; que el mantenimiento del edificio y los gastos relacionados con las obras correspondiera al director financiero; y la limpieza corporativa, mensajería o consumos energéticos al responsable de compras?
Pues a pesar de que cuesta entenderlo ésta ha sido (y aún sigue siendo) la realidad, principalmente, en muchas de las medianas y pequeñas empresas de nuestro país. La gestión de los diferentes servicios de soporte a la actividad de un edificio está relacionada entre sí, existiendo evidentes sinergias entre ellos, precisando de una visión y conducción única y profesionalizada.
A estas alturas, confieso que me da un cierto apuro escribir sobre el valor añadido del Facility Manager, entre otras cosas porque se ha escrito tanto sobre la evidente necesidad de este profesional, que gracias a su experiencia y formación asume la gestión de los servicios de los edificios, que me empieza a dar reparo ser reiterativo.
Establecer un área de servicios (y por qué no un centro de costes) que le corresponda la responsabilidad de planificar, coordinar y supervisar todas aquellas actividades relacionadas con el funcionamiento actual y futuro, no solamente del edificio sino también del servicio a las personas que lo ocupan, aporta un claro valor estratégico en la gestión de los mismos y permite que los responsables de otras áreas de negocio se puedan concentrar en su actividad, siendo de esta manera mucho más eficientes.
La figura del Facility Manager, no solamente es imprescindible en el proceso de gestión de los activos sino que, gracias a la experiencia en gestión acumulada en los años de servicio, se convierte en una figura indispensable en toda la cadena de toma de decisiones relacionadas con el desarrollo o transformación de nuevas sedes corporativas o traslados.
Esta transversalidad que aporta la figura del Facility Manager en la gestión de los diferentes servicios, con una visión corporativa única, permite unificar criterios de actuación y conseguir mayores eficiencias tanto desde el punto de vista económico como de funcionamiento, repercutiendo favorablemente en el estado de conservación del inmueble y la salud de sus usuarios.
Si analizamos más a fondo sus funciones, es el único que está en disposición de gestionar las necesidades de los servicios con criterios claramente corporativos, por ser conocedor de las ventajas o no que comportan sus decisiones, en detrimento o valor de otros servicios internos.
Filosofando un poco sobre el futuro de la profesión recuerdo la aparición en nuestro país, a principios de los años noventa (como siempre tarde), de la figura del Project Manager en obras o construcción. En aquel momento aparecieron voces discordantes con ese perfil profesional que sin embargo, creo que estaremos todos de acuerdo, en la actualidad podemos considerar como indispensable.
Mi criterio en relación a la evolución de la figura del Facility Manager es similar. Estoy convencido de que en los próximos años la gran mayoría de las corporaciones tomarán conciencia de los beneficios que aporta unificar la gestión de servicios en un solo entorno profesional y, en consecuencia, definirán estructuras jerárquicas orientadas a la incorporación de esta área de negocio subordinada a la dirección corporativa de la compañía.
Por descontado, será necesario disponer de un mayor número de profesionales especializados, ingenierías de Facility Management que puedan dar estos servicios y sistemas de información más potentes que permitan afrontar este reto de futuro. Según mi opinión, el mayor desafío que tiene que afrontar el sector es garantizar una formación de calidad y completa a todos aquellos profesionales que estén interesados en incorporarse a este colectivo.
Autor: Denisse Palomera
Commercial Director